Dislexia y Salud
Los niños deberían crecer felices, madurar sin presiones, sin la creencia de sentirse inferiores a sus compañeros. Este es un derecho fundamental, parece lógico que así sea y nadie se atrevería a dudarlo.
Hay infinidad de problemas con los que un niño puede encontrarse en su infancia. Problemas personales o familiares, sociales, médicos o académicos. Es lógico pensar que cualquier dificultad en la infancia podría tener consecuencias en la edad adulta, si no se identifica y se aborda adecuadamente.
Los niños con Dislexia o con cualquier otra DEA (dificultad especifica del aprendizaje) se enfrentan a varios problemas derivados de este handicap, la identificación tardía hace que problemas de autoestima afloren sin excepción, sea en mayor o menor medida, haciendo que una dificultad que debería presentarse únicamente en el ámbito académico se convierta en un problema de salud incluso con consecuencias sociales y de relación. Los padres observamos síntomas relacionados con ansiedad como problemas de insomnio, somatizaciones (somatización es una respuesta fisiológica ante un suceso psicológico, por ejemplo, un dolor de cabeza antes de un examen, o un dolor de tripa después de un encuentro interpersonal desagradable), incluso síntomas depresivos. Si la identificación sigue sin realizarse y no se hace una intervención adecuada para compensar su dificultad, el niño verá mermada su autoestima, algo que podría acompañarle el resto de su vida, pero cobraría mayor importancia en épocas como la adolescencia, haciéndolos mas vulnerables ante las dificultades a las que cualquier joven se tiene que enfrentar.
Desgraciadamente los pediatras se enfrentan a esta dificultad del aprendizaje, en muchos casos, cuando los niños presentan síntomas secundarios a los problemas psicológicos. Pareciera que los médicos o los profesores u orientadores se vean “forzados” a realizar el diagnostico o la identificación cuando aparecen otro tipo de complicaciones, mas graves y con peores consecuencias.
Las autoridades sanitarias y educativas deberían preguntarse si es realmente necesario llegar a este punto. Quizá si se invirtiera más en formación nos compensaría a todos, sobre todo, a nuestros niños.
Esther López Carbajales
Medico de Familia
Presidenta de Agadix
Madre de 2 niños con Dislexia
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